A punto de conmemorarse dos meses de la celebración de los 464 años de la ciudad de Concepción, va una pequeña reflexión en torno al origen y devenir histórico de esta importante ciudad del sur de Chile.
Entre
las varias cartas que envió Pedro de Valdivia a su Sacra Cesárea Católica
Majestad, esto es al emperador Carlos V (Carlos I de España), destacan dos que
fueron escritas en la misma fecha y en el mismo lugar: Concepción. Fue un 15 de
octubre de 1550, y en ellas se hace alusión, por primera vez, a la fundación de
la ciudad ubicada por entonces en la actual Penco. En la primera de las misivas
dirigida a sus apoderados en la Corte (que se presentarían ante el Consejo de
Indias para obtener ciertos títulos y concesiones territoriales en Chile en
favor de su mandante), Valdivia alude a una serie de méritos y servicios hechos
en favor de la Corona, entre los cuales señala: “informar, asi mismo, como, en este tiempo que iba e venia el armada,
conquisté yo toda esta tierra y términos que han de servir a la cibdad que aquí
poblare, e como todos los caciques han venido de paz y sirven. He poblado e
poblé la cibdad en este fuerte, y he formado Cabildo, Justicia e Regimiento, e
repartido solares e los caciques entre vecinos que han de quedar a su
sustentación [(por el régimen de encomienda]), e cómo la intitulé la cibdad de
la Concebcion, e fúndela a los cinco de otubre deste presente año de quinientos
e cincuenta”, es decir, hace ya 464 años. En la segunda misiva, esta vez
dirigida directamente a la persona del Emperador Carlos V, Valdivia describe al
puerto y bahía de Penco como “…el mejor
que hay en estas Indias…”, y luego reitera el antecedente de la fundación
(señalando la misma fecha: 5 de octubre), pero agregándole un apellido a la
ciudad: Concepción del Nuevo Extremo.
Además, señala que puso árbol de justicia, debido a lo cual, según él, los
españoles “…viven contentos. Bendito [sea]
Dios”. Nunca imaginó el conquistador las consecuencias de su nueva
conquista territorial y cómo su deseo de fundar allí – y no en Santiago – la
capital de Nueva Extremadura (como era conocido Chile en forma oficial)
sentarían las bases de un particular estilo de vida de sus habitantes, desde
los primeros pobladores hasta nuestros días.
Escudo de armas de la ciudad de Concepción (1552). |
Y es que nuestro carácter conlleva
la impronta indeleble de catástrofes, terremotos, maremotos, epidemias, y
guerras que a lo largo de la vida de, aproximadamente, 18 generaciones, se
mantienen como un sello imborrable. Recapitulemos. Concepción – en la antigua
Penco – soportó durante los siglos XVI, XVII y XVIII tres destrucciones (1554,
1555 y 1655), tres terremotos (1570, 1657 y 1751) todos acompañados con
maremotos, siendo el último el causante del despueble y traslado de la ciudad
al actual valle de la Mocha donde se ubica. Tras ello, las catástrofes sísmicas
siguieron acompañándonos en 1835, 1939, 1960 y hace cuatro años en 2010, la
Tierra ha vuelto a recordarnos su incontrarrestable fuerza. Sumemos a ello las
mortíferas epidemias de viruela y cólera, que hasta inicios del siglo XX fueron
de importante impacto demográfico en la población local. Por último, la
presencia durante la conquista, y en menor medida en la colonia, de la guerra
de Arauco, fenómeno que se agravaba por el carácter fronterizo de la zona que
permitió la participación (en ambos bandos) de un no menor número de hijos de
esta tierra en la Guerra de Independencia (1813 – 1818), y siendo ya Chile una
república independiente permitió, a su vez, que se llevasen a cabo en ésta área
la llamada Guerra a Muerte (1818 – 1832) que empobreció a Concepción – ayudado
por el terremoto de 1835 – y la participación de la elite penquista en las
guerras fratricidas (civiles) de 1829 – 1830, 1851 y 1859, además de la de
1891. Punto aparte es la participación penquista en la Guerra del Pacífico
(1879 – 1883). En fin, todos estos eventos coyunturales han permitido formar una
sociedad mestizada en lo étnico por ser Frontera, además de ser solidaria,
trabajadora, pero de carácter fuerte, que vive el día a día (carpe diem), y se siente orgullosa de su
pasado, el cual a veces saca a colación incluso a nivel familiar tratando de
buscar al esquivo ancestro noble – muy pocos – en medio de una gran masa de
población que fundamentalmente desciende de campesinos y labradores. Hoy,
nuestra gente se enfrenta a nuevos desafíos, la ciudad capital de la región del
Biobío vuelve a buscar en su presente el esplendor mañosamente quitado por
terremotos y guerras, para volver a convertirse en la capital del sur de Chile,
lo que tras el evento sísmico de hace cuatro años a la fecha se está volviendo
a lograr gracias al temple de aquellos que nos han antecedido en experiencia y
perseverancia frente a las dificultades, a tal nivel que hace unos días atrás
se señaló que Concepción por una serie de condiciones se ha vuelto a convertir
en una de las ciudades más agradables para vivir en nuestro país. Eso es fruto
del esfuerzo y el trabajo de todos/as los/as hijos/as de esta noble tierra, cuya
zona, hasta la actual Arauco, fue descrita por el conquistador español como “…la más linda tierra del mundo todo, sana e
apacible e sitio para poblar una cibdad mayor que Sevilla”.