A fines de junio de 1914, las preocupaciones de la prensa
puertomonttina estaban centradas en dar cuenta del ambiente electoral en la
provincia de Llanquihue y en los efectos de la mortal epidemia de viruela en
las zonas de Curicó, Lautaro y Temuco. En el ámbito internacional, la prensa
escrita informaba de la lucha entre Estados Unidos y las tropas de Pancho
Villa. Pero hubo otra noticia que comenzó a acaparar la atención, sobre todo por
las consecuencias que ello podría provocar. Ese hecho fue el asesinato en Sarajevo
(Bosnia) del archiduque Francisco Fernando de Austria – Hungría junto a su
esposa (que estaba embarazada) a manos del serbio Gavrilo Prinzip el 28 de
junio de 1914. Ello desencadenó cuatro semanas de permanente tensión
diplomática y donde la salida bélica no estaba fuera de las posibilidades que
se barajaban en las altas esferas de la política europea. Pero ello no vino
sino a evidenciarse en términos prácticos desde el 28 de julio de 1914 cuando
el Imperio Austrohúngaro le declaró la guerra a Serbia (aliada del Imperio
Ruso), considerándola culpable de la muerte del heredero al trono. Desde
entonces la madeja de alianzas se comenzó a desenredar: al 1 de agosto el
Imperio Ruso le declaró la guerra a Alemania (aliado de los austrohúngaros); el
3 de agosto el Imperio Alemán le declaró la guerra a Francia (aliada de Rusia).
Finalmente el 4 de agosto las tropas germanas entraban a Bélgica por Lieja
siguiendo los planteamientos del Plan Schlieffen. La guerra ya estaba en curso.
Este ambiente bélico – en tanto noticia – no fue lejano a
nuestra zona. Los diarios de Puerto Montt tales como La Alianza Liberal, El Pueblo
Obrero, El Correo del Sur y El Llanquihue, informaban de todos los
pormenores del conflicto. De la consulta del último de ellos, se sabe que existía
en varios puntos del país (Santiago, Valparaíso, Quilpué, Villa Alemana y
Peñablanca) una agitación en favor de uno u otro bando, “(…) habiendo ya muchas personas preparadas para partir, en el caso
probable de una declaración de guerra – se leía el 2 de agosto – declaración que ya parece imposible evitar y
que acaso sea necesaria en algunos de los países implicados para evitar así
futuras dificultades de orden interno”.
En ese contexto cabe destacar que Puerto Montt no fue la
excepción en ese entramado de intereses. Como es natural pensarlo, nuestra
ciudad se vio envuelta en simpatías por el Imperio Alemán más que por cualquier
otro participante en la conflagración, dado que un número no menor de familias
de la zona eran descendientes de alemanes, fuese ello en primera, segunda o
tercera generación. Esta circunstancia impulsó al Vicecónsul germano en Puerto
Montt (Carl Wittwer) a publicar el siguiente aviso: “Deutsche. Mobilmachung amtlich beckannt gegeben. Zurueckstellungen
werden dadurch ungletig. Wehrflchtige muessen zurueckkhren sobald wie Reise
moeglich. Nae heres in diesem Vizekonsulat. Der verweser des Kaiserlichen
vicekonsulats. In vertretung. C[arl] Wittwer”. El telegráfico escrito, en
prusiano, traducido decía: “[Ciudadano]
Alemán. La movilización ha sido dada oficialmente. [Las] retracciones serán
inválidas. [Los] reclutas deben volver lo antes posible de sus viajes. Para más
detalle dirigirse a este consulado. En representación del viceconsulado
imperial. C. Wittwer”*. La publicación, que permaneció vigente por diez días,
no era más que un llamamiento a que los jóvenes se reclutasen en el
Viceconsulado local para acudir a la guerra europea. Pero no fue la única señal
de adhesión a la causa germana: pocos días después, el 14 de agosto, se publicó
en el mismo diario bajo la firma de “G”, el siguiente inserto: “(…) Chile no puede olvidar que en las horas
difíciles de la liquidación de la Guerra del Pacífico contó con la ayuda de
Alemania (…). Chile no puede olvidar que dos provincias suyas han sido
colonizadas por hijos de Alemania con un éxito no igualado en ninguna otra
región del territorio. No puede olvidar que oficiales alemanes realizaron la
grande y difícil obra de la modernización de su ejército, y que maestros
alemanes implantaron en su instrucción los nuevos rumbos pedagógicos.
Finalmente, no puede olvidar Chile que el capital y el esfuerzo alemanes están
incorporados en sus fuentes de producción y en su desarrollo industrial”.
La reflexión sólo hacía hincapié en la deuda de gratitud que debía tener
nuestro país para con Alemania en esas difíciles horas del inicio de la
conflagración en el Viejo Continente.
¿Cuántos de los germanos de Puerto Montt habrán acudido al
llamado del vicecónsul? ¿Cuántos de ellos habrán muerto o sobrevivido a
las cruentas batallas desarrolladas en
suelo europeo? De seguro más de alguno viajó a pelear por ‘su patria’, pero también
en nuestro territorio se cooperó con los países involucrados. Eso es
indesmentible. Así, se sabe que en Chile – y en el caso particular del sur –
existió desde carga de combustible, estadía de oficiales y soldados, intercambio
de informaciones, labores de espionaje en suelo americano, etc., todo ello tanto
en bien de Alemania como de Gran Bretaña, principalmente. En el caso de la zona
del Llanquihue, la cooperación quedó plasmada – por lo datos con que se cuenta
– particularmente en dos momentos importantes (lo que no obvia otras
colaboraciones): el primero fue dado por la ayuda prestada a los marinos del derrotado
y casi hundido crucero “Dresden” (el mismo que se batió victoriosamente contra
los ingleses en la Batalla de Coronel el 1 de noviembre de 1914) en su paso por
las cercanías de Puerto Montt después de la Batalla de las islas Malvinas (8 de
diciembre de 1914), ya que para entonces era ferozmente perseguido por los británicos.
Los germano – descendientes de la provincia de Llanquihue les ayudaron a
ocultarse (y abastecerse) entre islas y canales, incluyendo su estadía en el
famoso fiordo Quintipeu; el segundo momento se dio tras el hundimiento del
“Dresden” en la bahía de Cumberland, isla Robinson Crusoe (14 de marzo de 1915)
y el consecuente apresamiento de sus marinos que quedaron en la zona de
Concepción, desde donde maquinaron un plan en 1916 para volver a pelear a
Alemania junto a sus compañeros del vapor “Göttingen” y del velero “Herzogin
Cecilie”. En total 28 marinos alemanes lograron retornar a su país a bordo de
la barca “Tinto” (de propiedad Carlos Oelckers) gracias a la valiosa ayuda de los
germano – descendientes puertomontinos y calbucanos en diciembre de 1916.
Crucero "Dresden" de la Armada Imperial Alemana. |
De este modo, podemos considerar que si bien en términos oficiales Chile había declarado su neutralidad en el conflicto, ello evidentemente no fue respetado por aquellos que, fuese por simpatía, nostalgia o amor a su patria ayudaron a sus connacionales, fuesen ellos germanos, franceses o británicos. En el caso de la provincia de Llanquihue esto nos permiten concluir que al final el llamado de Carl Wittwer a los “jungen deutschen” (jóvenes alemanes) sí tuvo eco entre las familias de sangre germana en las tierras de Melipulli, lo cual volvió a repetirse cuando bajo otras circunstancias y con consecuencias mucho más catastróficas que las dejadas por la Primera Guerra Mundial, involucraron a Alemania en una nueva conflagración mundial. Por último, cabe recordar que la Guerra Europea de 1914 – 1918 terminó con la vida de más de 50 millones de personas entre civiles y militares, cifra sólo superada por la Segunda Guerra Mundial.
* Agradezco a las profesoras María Soledad Kappes, Valeria
Muñoz y Kristin Heiland por su valiosa ayuda en la traducción del texto aquí
presentado.
© Carlos Eduardo Ibarra Rebolledo.
© Carlos Eduardo Ibarra Rebolledo.